Soñé con la bolsa de arena
también con el arenero
sudaban mis ojos de tierra
mis ojos que abrazan
sin tocar el sueño

Soñé de pestañas abiertas
jugaba a que estaba despierto
mis pies la raíz de una hiedra
mis manos de barro
mi sombra de hierro

Observo mi muerte violenta
fumando desde la ventana
mi cuerpo que apenas se quiebra
se asoma a mirar y resbala

Volaba mi caligrafía
en papeles que el viento arrastraba
poblaban las calles vacías
las letras sin dueño
las ramas partías.
A las claras del día.

La nada la mastica el dedo
la nada la palpan los dientes
sazón de futuro en el pecho
con la nada de ingrediente

Cuando el río crece nada
tibio el rigor de la muerte
en el gesto que promete
y después se queda en nada

Como rezo de quien nada
ya esperaba de su rezo
como el batir de alas rotas
de un animal sangriento

provocando en el que mira
compasión, luego lamento
y al final sólo es la vida
escapándose del cuerpo

La nada que engorda los huesos
la misma que achica a la carne
la que hace vulgar al bostezo
vuelve torpes los andares

Diciendo a voz en grito: nada
tiene sentido, es en vano;
la fiebre trepando a la espalda
y el reflejo de un milagro

Como rezo…

Provocando..

Intentaba yo decirte
con mis torpes argumentos
que hubo días en que a esa nada/ a Granada
me sabían a mí tus besos.

La década, el año la cólera
el siglo puesto en balanza
justicia, animal solemne,
lengua bífida, palabra mansa

Colmado de trazos rupestres
va el pintor contemporáneo
de bruces contra la cultura
la moda se viste con trapos

Trenes de alta velocidad
arrastrados por caballos
barbarie con modernidad
digiéralo en cómodos plazos.

Pasar de la fama y el foco
y pasar la gorra en terrazas
se piensa el rigor que está loco
y el arte no sale de casa

Crecer con la publicidad
nacer de caminos trazados
Historia, breve gravedad,
qué mal te han sentado los años.

Democracia de la vieja Europa
huérfana de diccionarios
dos raíces griegas sin ropa
se arrancan los significados

Discreto, como las bombas
que explotan en el desierto,
así estalla en mi memoria
tu nombre con su misterio

Trilero de vida y arte
jugando, ritual y obstinado,
a ir detrás de tu pasado
por tener como soñarte

Volando hacia otros balcones
te pierdas en mi ventana
cada cuatro migraciones
a repararme las alas

Que le aflojen las cadenas
que aprietan su paz tan blanca,
que el llanto valga la pena
dejadla que venga y vaya.

Trilero…

Volando…

Pero aquello no era yo
y aunque sabía
que volvería
negro el recuerdo
supe despedirme: adíos,
hasta otro sol
tibio de invierno

Pero entonces no era yo
y aunque las horas
pasaran solas
ebrio y sin dueño
supe decir la canción:
adiós muchachos,
hasta más vernos.

Cuando quise caer en la cuenta
ya no había tormenta, ya no había dolor
Cuando quise saltar al vacío
fui mi desvarío jugando a ser yo

Me fui sin pensar en más nada
solté las amarras al fondo y me fui
como nadan los peces contra la corriente
del río, me fui.

A esa hora yo estaría,
me imagino, incinerando
mis trajes de altanería,
antifaces de sábado.

A esa hora de la tarde
me estaría reprochando
los motivos del cobarde
solitario acompañado

Y era la hora en que los bares
dejan de poner café
de un domingo de ansiedades
de quiniela ya sin fe.

A esa hora mentalmente
llevaría fabricado
ya cuarto y mitad del puente
que me encajara en tu barrio
a esa hora el incosciente
me estaría traicionando.

A esa hora yo estaría,
supongo que renegando
del vino y las habladurías
cuando se cogen la mano

A esa hora de la tarde
ya estaría acostumbrado
al capricho de esperarte
enfriándose en el plato.

Y era la hora en que…

A esa hora mentalmente (…)
me estaría acomodando
una siestecita contigo en el sur
sin aviones ni calendario.

Pasó a su lado tan despacio el tiempo
que apenas respiré mortalidad
borré, pero eso ya es mi cuenta y riesgo;
los golpes, los dolores y la edad.

Hablábamos negándole al idioma
conjugaciones, templos, geografía.
Su ceja al cielo puso un punto y coma
y un eslabón de su boca a la mía.

No estaba yo en París ni lo soñaba,
romance de una tarde de provincias.
Provincianita mía y me curaba
tu lengua irreverente las heridas.

Te mando un valsecito chamullero
mientras que sopla el cierzo y -dios me asista-
el tiempo ya ha arrastrado tu velero
hacia otras costas lejos de mi orilla.

Busqué bien de cerquita y magullado
su olor de continente derretido
y sólo hallé en sus ojos ya saciados
mi suerte de viajero sin destino.

No estaba yo…

Te mando un valsecito…

Para ti fue como un temblor de tierra
breve en medio de una guerra,
un minuto que pasaste sin pensar

Para mí, apagón en la tormenta
como un ajuste de cuentas
que ya tardaba en llegar

Para ti, en el árbol de la ciencia
hojarasca y ramas secas
la parodia del pecado original

Para mí, pasodoble en la verbena
suerte de tragicomedia
sin catársis ni final

Yo pude haber sido lo que tú hubieras querido
pero ahí comienza mi miedo a volar

Tiempo por delante es lo que queda
si tu pelo se te enreda
en mi órbita solar
se para el mundo y yo me bajo en tu verdad.

Para ti fue un antojo de horas muertas
el silencio que anestesia
las palabras que ya no te saben curar

Para mí, la muerte a cámara lenta
el cielo abriendo sus puertas
el diluvio universal

Yo pude haber sido…
Tiempo por delante…

Para ti fue como un temblor de guerra.

Que al niño tenga yo que repetirle
que con el pan no se juega
le dice el padre a la madre
la madre pone la mesa
el padre cambia de canal
Que al niño tenga yo que repetirle

Herencia de labores fatigosas
el tocino y los garbanzos
hoy no se habla de esas cosas
pero el hambre que pasamos
se tendría que recordar,
la abuela que murmura
y nadie escucha

Modales de taberna que se curan en domingo
mirando un crucifijo y bostezándole a un altar
faena, puerta grande, ademán de nuevo rico
sangrando por la boca de pudor la libertad

Se compra el ABC siempre en mi casa
que es el único que cuenta
las cosas tal como pasan
dice el padre a la parienta
y ella que cambia de canal
ahora que ya gastan asistenta

Y el niño descastado que no llama
luego bien que quiere cuentas
cuando le hacen falta perras
yo no sé ni en qué las gasta
clavaíto a su mamá
La abuela que oye pero ya no escucha

Modales de taberna…

Lo peor no es el azul
acribillado en la avenida
lo malo es esta luz
ya tan resuelta en despedida,

es esta Cruz del Sur pintándome
los días tan de azul.

Lo peor no son los ojos rojos
de los buenos días,
lo malo del veneno no es que mate
es que arrodilla

y el antídoto a la puerta
de salida es tan azul.

Nube de alquitrán, tú que alimentas
a este cielo de magentas,
muéstrame tu tragaluz.
Vísteme de auroras boreales
la suerte y los ventanales
la codicia y la salud.
Líbrame del cargo en la conciencia
que hoy la noche estaba buena
y la mañana pinta azul.